miércoles, 23 de noviembre de 2011

Evaluación y Aprendizaje

La evaluación constituye una capacidad humana que está vinculada a todos los actos de la existencia. Con frecuencia se señalan juicios en relación con la bondad, la belleza, la honradez, la solidaridad. Las actividades cotidianas están expuestas a una constante evaluación de las opciones, opiniones o acciones más comunes, sin normas de rigor o coherencia. Valbuena, citado por Alfaro (2000) refiere que:

La evaluación representa una necesidad humana, porque sin la capacidad de emitir juicios la existencia del hombre estaría vacía, no tendría sentido. Los juicios propios y los ajenos nos brindan ciertos criterios básicos (que definen lo bello, bueno, justo etc. y sus contrarios) a través de los cuales transcurre nuestra existencia. Además brindan la dirección desde la cual los individuos se transforman a sí mismos y se introducen con mayor certidumbre en el futuro. (p. 15).


Como necesidad humana, la evaluación está presente en todos los ámbitos de la vida. Así, en el campo educativo, la evaluación constituye el instrumento a través de cual se valoran los aprendizajes de los alumnos. Existen muchas divergencias entre los psicólogos y los educadores en cuanto a la perspectiva particular que tienen sobre la evaluación, aunque, se pueden precisar coincidencias: inicialmente, se evalúa para determinar el nivel de dominio de los aprendizajes que se pretenden alcanzar, y luego, para emitir un juicio de valor sobre la base de criterios preestablecidos.
Sin embargo, estas coincidencias dicen muy poco a la luz de las inmensas diferencias en cuanto a la forma de concebir la naturaleza de lo que se evalúa y a la diversidad de criterios empleados. La evaluación es, entonces, un concepto relativo, que depende en gran medida de la concepción que se maneja del proceso de aprendizaje y de sus principales componentes. De acuerdo con Vizcarro y León (1998):

La evaluación se encuentra en el núcleo mismo del proceso de enseñanza y aprendizaje, cumple una importante función orientadora de dicho proceso y, por tanto, cualquier proyecto de mejora de la calidad de la enseñanza tiene que plantearse seriamente la cuestión de cómo evaluar el aprendizaje (p, 131)


En tal sentido, para abordar el estudio de la evaluación de los aprendizajes es necesario clarificar los conceptos de aprendizaje y evaluación. Es obvio que aprendizaje y evaluación están íntimamente relacionados, pues de la concepción que se tenga de aprendizaje surge la manera de entender la evaluación. En la actualidad, el concepto de aprendizaje no tiene una definición universalmente aceptada. Bernad (2000) señala, de manera general, que es “... el estudio de los cambios de la conducta que se produce en los sujetos en cuanto derivado del ejercicio o práctica continuada” (p.15). Araya (2000), opina que el aprendizaje es “... un cambio relativamente permanente que ocurre en la persona, producto de la experiencia” (p.25). Inciarte citado por Poletti (1994) indica que “... se determina que ha habido aprendizaje cuando una persona modifica su disposición o conducta, como producto de la adquisición de nuevos conocimientos, habilidades, destrezas, valores, etc.” (p. 19).
En relación a la evaluación, su concepto se ha ido modificando a través del tiempo. Surgió durante el proceso de industrialización que se produjo en Estados Unidos a comienzos del siglo XX, época en la que se obligó a los centros escolares, a adaptarse a las exigencias del aparato productivo. Así, en la educación se incorpora, entre otros, el término de evaluación educativa, originándose de los principios básicos que estableció Henry Fayol, en 1916, en su obra Administración General e Industrial. Los mismos: planificar, realizar y evaluar figuraron en las instituciones educativas como normas para el desarrollo de las tareas pedagógicas.
Entre los diferentes autores que conceptualizan la evaluación de los aprendizajes se puede mencionar a Bernad (Ibid) quien señala que es:


... la medida de los niveles de mejora que en el plano del conocimiento y de las habilidades cognitivas personales aparecen en la conducta de los estudiantes como consecuencia de las experiencias vividas en el aula y fundamentalmente de lo que hacen para alcanzar los objetivos educativos asignados a la institución escolar a través de la programación académica. (p.15).


Por su parte, Alfaro (2000) la refiere “... como un proceso que transciende el ámbito académico para transformarse en una herramienta de reflexión sobre los logros personales, grupales y sobre las fallas, dificultades, causas y factores que puedan explicar unos determinados resultados” (p. 65). Bunker (1976) la define como “El proceso de averiguar y enjuiciar el valor o la cantidad de algo; es parte integrante y esencial de la enseñanza”. (p. 12).
En cuanto a Briones (1998), la considera como “la valoración de los niveles de aprendizaje que alcanzan los alumnos, debido a las diversas acciones pedagógicas que se exponen para el desarrollo de un currículo”. (p. 45). Perrenoud (1984, p.26), desde una visión sociológica, define la evaluación como el criterio social de desviación o conformidad a una norma de buen comportamiento escolar. Rosales (1998) señala que “… constituye una reflexión crítica sobre todos los momentos y factores que intervienen en el proceso didáctico a fin de determinar cuáles pueden ser, están siendo o han sido, los resultados del mismo.” (p. 15)
Asimismo, Casanova (1999, p. 60) opina que “La evaluación aplicada a la enseñanza y el aprendizaje consiste en un proceso sistemático y riguroso de recogida de datos, incorporado al proceso educativo desde sus comienzo, de manera que sea posible disponer de información continua y significativa para conocer la situación, formar juicios de valor con respecto a ella y tomar decisiones adecuadas para proseguir la actividad educativa mejorándola progresivamente”. Gómez (1999) indica que es “... es una actividad continua e integrada en el proceso enseñanza-aprendizaje cuyo fin principal es orientar la dirección de las actuaciones y adecuar el proceso de enseñanza al proceso real de aprendizaje de los alumnos. En ningún caso debe reducirse a actuaciones aisladas de prueba o control.” (p. 19)
En relación a Álvarez (2001), asume una óptica ética del proceso de evaluación. Emite una definición que incluye este componente:

La evaluación educativa es esencialmente una actividad práctica que mira a la formación integral de las personas que participan en los procesos educativos. Por consiguiente, es sobre todo una cuestión ética, no sólo es cuestión académica de técnica, de saber. Los aspectos técnicos adquieren sentido precisamente cuando están guiados por principios éticos. (p.51)

Este autor acota que si la objetividad es una de las preocupaciones de los aspectos técnicos, la acción justa, ecuánime, equitativa es la preocupación de los aspectos éticos.
Dados los diferentes conceptos de aprendizaje y evaluación, es necesario señalar cómo ha evolucionado el concepto de aprendizaje y su influencia en el de evaluación. A tal efecto, se describen las corrientes psicológicas que predominan en la psicología educativa, a fin de comprender los aspectos fundamentales del comportamiento de las personas en el campo educativo. Se trata de: el conductismo, el cognitivismo y el humanismo.

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