miércoles, 23 de noviembre de 2011

La Ética

En el comportamiento de las personas intervienen deseos, impulsos, instintos que son controlados por la razón y la conciencia como aspectos propios de la condición humana. La ejecución de los actos en forma consciente, voluntaria y reflexiva distingue al ser humano de los animales, los cuales actúan de manera instintiva y mecánica de acuerdo a sus necesidades fisiológicas. Esa capacidad que tienen los individuos para diferenciar las distintas formas de comportarse, le da la posibilidad de trascender el mundo de las necesidades básicas, para configurarse como seres racionales.
De esta manera, las acciones humanas están condicionadas por la concepción que se maneje sobre lo bueno y lo malo. En tal sentido, la ética, reflexiona sobre cómo deben conducirse los hombres y mujeres en su vida personal, social y profesional. Desde el punto de vista etimológico la ética tiene varias acepciones, así o indica Bilbeny (2000): “Puede, por un lado, provenir del nombre éthos, que significa,… “habito o costumbre”… Puede, por otra parte, derivarse del sustantivo êthos, que significa… “lugar habitual” donde se vive, y, asimismo, “carácter habitual” de la persona.” (p.14). Para Kant y Aristóteles el significado de “carácter” constituye el sentido fundamental de la ética. En su sentido académico, es la filosofía moral o disciplina filosófica que se encarga de estudiar las reglas morales y su fundamentación. La ética estudia “... lo que los hombres hacen o dejan de hacer para vivir humanamente” (UNA, 2000, p. 36), es decir, tiene una relación intrínseca con la práctica moral, pues el enfoque de la ética está dirigido a aclarar por qué es necesario comportarse moralmente y cuáles son las consecuencias de ello. En tal sentido, Cortina (2000) asume que:


... la ética tiene que habérsela con un hecho peculiar e irreductible a otros: el hecho de que nuestro mundo humano resulte incomprensible si eliminamos esa dimensión a la que llamamos moral. ... suprimir o reducir la moral a otros fenómenos supone mutilar la comprensión de la realidad humana. (p. 30)


La moral, es así, un componente fundamental de la vida humana, nutre la sociedad de valores, ideales o virtudes que contribuyen a la convivencia armónica de sus miembros. Los actos morales hacen que una sociedad sea justa, libre, pacífica. La ética, como disciplina filosófica que reflexiona sobre las cuestiones morales, busca fundamentar racionalmente el comportamiento moral que deben poner en práctica las personas para mejorar su existencia y de la sociedad en que se desenvuelven.
Como seres sociales que viven en comunidad, los individuos deben mantener un sentido ético que permita regular la conducta que manifiesten en su vida diaria. Las expresiones de acuerdo o desacuerdo con los actos que se consideren “buenos” o “malos”, son la evidencia de que existen exigencias éticas que permiten establecer la armonía de las relaciones entre las personas. Rodríguez, Perdomo y Martin (1998) establecen que:



“Es, pues, inherente a la persona el sentido ético. Entendiendo por tal no solo la necesidad personal de una normativa que nos suministre criterios mediante los cuales podamos calificar nuestro comportamiento y el ajeno, sino también la tendencia de toda persona a valorar el comportamiento propio y el de los demás”. (p.9)

Así, en todo grupo social se requiere de ciertos criterios que normen el desempeño personal y profesional de quienes formen parte del mismo, a fin de garantizar el cumplimiento de las exigencias éticas mediante las cuales se logre una mejor convivencia, pues la dimensión ética es, el momento más relevante de la cultura humana universal. (Camps, 2000). La ética es, entonces, el soporte de la organización social, ya que a través de los conceptos fundamentales de rectitud, integridad, justicia, dignidad, es decir de los principios espirituales, se logra mantener el equilibrio de los deberes y derechos, al igual que el sentido de equidad entre los seres humanos.

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